La magia de la Gestalt


La magia de la Gestalt, o la magia de la vida for that matter, es aprender a ver que hay un caballo en el momento presente y que está vivo, que ese caballo ocupa el espacio entre uno mismo y el momento presente. Y que si uno ve ese caballo, uno ve que tiene poder de reacción y de acción sobre sí mismo y el mundo, o mejor sobre sí mismo en reacción al mundo. Y uno puede cuidar de ese caballo preguntándose ¿qué me está pasando?, ¿por qué estoy así?, preocupándose genuinamente por el estado de sí mismo.
También puede relacionarse con el caballo animándolo a andar más rápido, o sacándolo del arbusto y conduciéndolo de vuelta al camino, porque ahora no tocaba comer, ahora tocaba una excursión hasta el castillo. Porque, no lo olvidemos, el caballo no decide. Quien decide soy yo, es cada uno de nosotros. Si estoy triste, si mi caballo está triste, voy a cuidarlo. Y ya veré si lo hago trabajar o si me lo llevo a dar un masaje, o un paseo tranquilo al paso. Si mi caballo está ansioso, veré qué necesita.
Y cuanto más conozca a mi caballo, más sabré qué necesita, qué le hace bien. Nuestro vínculo será de confianza si le doy libertad total para estar como esté. Si él percibe que no me enfado por su estado, sino que le doy espacio y lo atiendo, él trabajará conmigo en la medida de lo posible. Al fin y al cabo es un animal, el más noble y poderoso de todos, pero animal al fin y al cabo. Y mi caballo efectivamente soy yo, es el cuerpo, yo soy quien está triste, pero si soy yo quien está triste, ¿quién me cuida? Si me veo como el caballo triste, doy espacio a una consciencia superior que me permita sentirme así, que me atienda y me sosiegue.
