Cierto tipo de persona


He dibujado un vaso con flores sobre un posavasos hecho a ganchillo por mí. Buscaba dibujar algo sin “ponerle demasiada mente”, como se dice en argot gestáltico. Estoy satisfecha con el resultado. Puedo, así pues, estar contenta. Sin embargo, algo le falta. Le falta ser visto, ser mostrado. ¿A quién le importa que yo haya hecho un dibujo y lo tenga en mi libreta? Un dibujo debe ser mostrado para vivir. ¿No es así? Me pregunto de verdad cuál es el propósito de dibujar. El propósito te lo voy a decir yo (me doy cuenta a medida que escribo) que es el dibujar mismo, en caso de que uno quisiera dibujar. Por ejemplo, no tiene el mismo propósito un dibujo hecho por encargo, que uno hecho porque una quería dibujar algo porque se había propuesto dibujar cosas sin pretensión y escribir sobre el acto de hacer un dibujo.
Así pues, se ha cerrado el círculo, que en principio se traduce en satisfacción. En caso contrario, si como he dicho no me acabo de dar por satisfecha, es porque había algo más. ¿Qué más pretendía o esperaba yo al dibujar? Supongo que me he propuesto dibujar no solo para hacer un dibujo, sino para demostrarme que soy buena, que obedezco, que soy cierto tipo de persona: el tipo de persona que hace dibujos. Supongo que ese tipo de persona empieza por hacer tales tipos de dibujo. Así que, ahora sí, veo que ya no hay nada más. Me alegra y satisface haberme dado cuenta de esa parte de mí: la que pretende ser cierto tipo de persona haciendo cierto tipo de cosas.
